noviembre 12, 2009

The Guardian: gestión del conocimiento




Hace un par de días dedicaba unas líneas a reflexionar sobre cómo algunas personas creen que ser periodista es retransmitir minuto a minuto todo cuanto acontece a su alrededor. Supuestos informadores que utilizan la tecnología más por el gusto de usarla que por contar una mejor historia. La verdad es que podría comerme el ciberespacio entero de tan sólo citar casos. Pero me parece una mejor idea centrarse en los ejemplos, que los hay, de periodistas y periódicos que están utilizando la red y la tecnología para hacer un mejor trabajo.

Escogí entonces la versión digital de The Guardian, recientemente distinguido como “mejor página web del año”, en los British Press Awards 2009. Es decir, el mejor entre el que posiblemente sea el mercado de medios más competitivo del mundo.

Lo primero que salta a la vista es el uso extensivo de todas las herramientas tecnológicas. Webfeed, fuentes RSS, descargas de vídeos y postcasts, servicios para alojar fotos, marcadores y etiquetado social, foros, widgets, redes sociales y microblogs, son las que primero destacan. Pero lo interesante, a mi modo de ver, es la gestión de estas herramientas con un fin muy claro: crear un diálogo con los lectores que eleven la experiencia de consumir el periódico. The Guardian ya no pretende ser solo un emisor de noticias, sino más bien un lugar de encuentro donde periodistas y usuarios confluyen en una comunidad en la que se informa, se aprende, se opina, se relaciona y se vive. Para conseguirlo, The Guardian ha creado toda una estructura alrededor de las noticias que permite a los lectores participar en el proceso comunicativo de varias formas: enviar comentarios, crear blogs en torno a un tema, enviar fotos y vídeos, da la oportunidad a bloqueros independientes de convertirse en protagonistas del periódico, y en el que quizás ha sido el caso más notable, ha llevado a cabo un experimento de crowdsourcing que ha revolucionado la prensa anglosajona.

Surgen preguntas básicas: cuánta gente trabaja en este proyecto?, cómo se gestiona? Guardian News & Media, empresa de 1.400 empleados, de los cuales 850 son periodistas, recientemente fusionó las redacciones impresas y digitales de The Guardian, The Observer y de la página web Guardian.co.uk . Esto con la finalidad de integrar funciones. Cambios físicos también se implementaron con miras a mejorar los procesos de comunicación interna. Hay una apuesta clara por los redactores multimedia, periodistas de impresos y digitales especializados en un mismo tema fueron agrupados y son continuamente formados en el uso de nuevas tecnologías.



noviembre 10, 2009

A vueltas con McLuhan


En una esquina del salón se encontraba Fernando, un joven nacido en 1989, 20 años después de la creación de ARPANET y 18 después del envío del primer correo electrónico. Mucha tela se ha cortado desde que ese proyecto militar, precursor de lo que hoy día llamamos Internet, fue concebido. Fernando estudia periodismo. No trabaja para ningún medio tradicional, ni siquiera ha llegado a pisar una redacción. Juega a ser editor, a gestionar la información en sus “propios medios”. Juega también a ser periodista y retransmite sin descanso su vida. La agilidad con la que graba, fotografía y escribe todo cuanto ocurre a su alrededor es alucinante. Parece tener más dedos por mano, menos huesos por dedo y mayor flexibilidad en las articulaciones que el común de los mortales.
Sentada a su lado me fue imposible no verle. Entretenida me quedé siguiendo el impresionante ritmo con que navega. Particularmente creo que el verbo navegar, ese que describe la acción o movimiento de distintos tipos de embarcaciones, le queda ya corto. Abre facebook, twittea, publica en tuenti, carga un vídeo en youtube, revisa el Google Talk y comenta el tiempo con uno de sus amigos -que vale acotar se encuentra sentado a 2 sillas de él-. No para de teclear, responde el Messenger, consulta los horarios del tren en la página de Renfe, retoca en photoshop las fotos que acaba de tomar y las monta en flickr, publica una entrada en su blog… en fin, cómo decirlo, me falta la respiración y, más aún, la memoria, para enunciar todas y cada una de las ventanas abiertas. Al fondo se escucha la voz de una de las más emblemáticas corresponsales españolas, Rosa María Calaf. No me hago una idea sobre lo que dice, y Fernando tampoco, está ocupado haciendo “periodismo”.
Al otro lado del auditorio se encuentra un señor mayor. Está sentado en una silla de ruedas, respira a través de una máscara de oxígeno, pero eso no le impide escuchar con atención. Su cabeza se mueve haciendo un gesto de afirmación. Sonríe con nostalgia recordando sus tiempos de corresponsal. Anota sus preguntas en una pequeña libreta. A sus 80 años el pulso le tiembla, pero no la voz. Despeja su rostro, alza la mano e interviene. Comenta la ponencia y agrega: “mi consejo para los jóvenes periodistas es que no vendan su alma. No hipotequen sus vidas para comprar una casa, cojan ese dinero y recorran el mundo. Váyanse a Londres y aprendan inglés, pasen a Francia, viajen, experimenten y hagan periodismo”.
Su nombre es Enrique Meneses. Se le conoce no sólo por ser el primer reportero que ascendió a Sierra Maestra con Fidel Castro, sino por su intachable trayectoria como corresponsal en Oriente Medio e India. Es una institución del periodismo, pero no es ni su edad, ni su experiencia, ni el uso de la tecnología, lo que le separa de Fernando. Enrique también tiene un blog, también twittea y monta fotos en flickr. Sin embargo, da la sensación de que para Fernando hacer periodismo es utilizar todas esas herramientas, mientras que para Enrique, hacer periodismo es cazar una buena historia.
Planteo este relato para describir algo que vengo observando. En nuestro afán por la inmediatez, por transmitir todo y a todos en tiempo real, tendemos a contar más cosas pero no a contarlas mejor. Confundimos medio y mensaje, herramienta con historia. La tecnología deslumbra, seduce, enamora, pero no tiene importancia en sí misma si no la sabemos aprovechar.
La tecnología no nos puede hacer perder de vista los valores que conforman este oficio: el saber escuchar, la tenacidad, la curiosidad; debe, por el contrario, sumarle a la historia, enriquecerla, articularla de una mejor manera. La convergencia de medios permite mostrar la acción (vídeo), cristalizar un momento significativo (fotografía), replicar un sonido (audio), y contar aquello que no podemos captar a través de un lente o un micrófono (texto). Permite además el cruce de informaciones y datos que jamás podríamos incluir en un solo formato. Nos da la posibilidad de tomar eso que llamamos realidad y exprimirlo por todos los medios.